lunes, 20 de abril de 2009

¿Quién sentado en un banco?

(ANEXO 1)

29 mayo de 2007
¿Quién sentado en un banco?
Pasan los minutos y pasan las oportunidades de escribir cosas, de contar cosas, de hacer cosas, de leer. Pasan las personas por mi lado, enfrente, por cualquier lado. Se sienta alguno, de vez en cuando, a mi lado. Pasa la gente y yo quedo, aquí, pasmado. Solo. Sentado. Pasan sus historias ocultas, ignoradas; pasa la casualidad del conocimiento mutuo. Todos bullen y yo aquí parado.
Pasa el 3º, que no pensaba verle hoy por aquí, y no me ve. Pasan amores por delante de mí, andando, riendo, hablando. Pasan mirándome y no viéndome. ¿Y yo les vería al revés? ¿Acaso si fuera yo el que caminara vería el ser sentado de la forma que querría que me vieran?
¡Qué tarado!
Busco en un cofre palabras, a oscuras, terrible pobre, no las encontraré. No todas. No ninguna. Pasan las palabras sin impregnarme ¡hasta el alma!
Soy el enamorado, del amor, y de “otros” enamorado. Soy el… sin palabras; sin saber; sin oportunidad ni poder. Sin energía, sin fuerza, sin concentración ni perseverancia. Soy el vago individuo. Soy el suave y leve genio, el más vago genio jamás existenciado. El más suave y leve.
Pasan, de verdad, con gotas a flor de los ojos, juro que los veo pasar y me siento derrotado. Tan universal soy, que en lo poco en lo solo, en el hueco del olvidado, impotente señor de fantasías, en lo insulso de mi ‘ser dado’, muero, lloro, grito apenado. ¡Es mi alma! Que me atormenta en susurros ruidosos de desesperaciones, que pasan también, de ambiciones, que pasan y no llegan, de siempre, siempre, siempre intenciones abortadas, proyectos enajenados, intento de crear Obras inacabados, en sentencia de olvido, frustrado, siempre atisbos; en pensamiento monumentos sobrehumanos, en real fatuas reacciones químicas. Los ojos: se me cierran. ¿Tengo sueño? Ni el Pharmaton Complex lo impide: mi cansancio. ¿Qué me pasa? ¿Qué me ocurre? No soy nada… Nada real. Nada válido. Nada eterno. Nada admirable. Ego, me torturas. Yo, me obnubilas en fetidez extrema de incoherencias.
Muero cada día que pasa siendo así, escribiendo así, comportándome así.
Cobarde que soy, que pasan y aquí me quedo. Los ‘seres guapos’, gente del sumun. Y yo aquí. Cobarde; sentado mueres. Oyes, ves, hueles, “gustas” sus vidas, tocas sus ires y venires y mueres de empacho de nunca “serles”. Ni con ellos ni sin ti. Muero. Siempre morimos, pero yo Muero. El suicidio más lento de la historia. La enfermedad hipocondríaca de ser ‘locura’ mi mal. El ansia: ¡la dominación profunda de mí! Cerebro mío, cuerpo mío: mi mente. Ser señor y no vasallo. Encauzar el Genio. Oh mi inspiración.
Bolsa de sueños, agujereada bolsa que dejas difuminar, esparcir en lo ilimitado toda mi creación. Pasan y siguen pasando. Un banco y un chico. Un banco al lado del ascensor. Un ascensor y un chico. Un genio y un banco al lado de un ascensor. Un banco en el vestíbulo de una facultad. El banco y el genio sentado. Una facultad, sus ascensores, y un alumno pensando sentado. La facultad de Filosofía, y yo aquí parado. Sentado a la derecha del ascensor según miro yo. En mi 2º banco. Mi banco. Y me gusta más que el otro banco, que el de enfrente. Oh, joder, puta mierda. Tengo ganas de llorar. Y la gente sigue pasando. ¿Qué me ocurre? Sin fuerzas. Debo hacer otro intento. Me siento tan cansado, tan rendido…
La fuerza de mi mente ocultando y ocultándome tanto tiempo mi mal que habrá tenido no más remedio mi cuerpo que somatizarlo tan cansadamente.
Suflar energía a mi espíritu poderoso. Me cansa tanto escribir. Puedo derrotarme al abismo, dejar el control al Mal, vencerme a la somatización fatigosa, y fatigadora, ¡O triunfar! Mi mente. Cambiar la actitud. ¡Despertar! ¡Abrir! ¡Saltar! ¡Soplar! ¡Vencer! ¡Estimular! ¡Animar! ¡Tentar al Dios! ¡Inducir al genio la Vida! ¡Ganar! Poder para gobernar mi Moira. Ser. Y dejar de escribir… siempre estos absurdos, deslavazados sintagmas. Recuperar el timón.

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