jueves, 30 de abril de 2009

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Quiero querer, quiero quererte. Quiero que quieras que te quiera. Quieren que quiera no quererte, y quiero querer lo que yo quiera. Quieres que quiera no quererte y aunque lo quiera aún te quiero. -Sin querer, queréis que no le quiera, y quererle es lo que quiero-. Quieres que quiera un poco más quererme, y un poco más, Tú… te quiero.


***

Un furor me aviva últimamente. Un esfuerzo imperturbable de ir hacia delante. Una sensación de bienestar y agradabilidad.

¿Nunca os habéis sentido extasiados? Embelesados por una fuerza que os haya brotado de repente de dentro, subyugando inextricablemente todo vuestro ser. Yo una vez, que recuerde claramente, sentí una felicidad inmensa repentina. Un impulso incontrolable de alegría, de plenitud. Estaba yo meando en el servicio de mi casa, donde teníamos un grandísimo espejo que ocupaba casi la pared entera. Andaba ahí echando el chorro, y como de costumbre pensando en mis cosas, y estaba preocupado porque al día siguiente tenía un examen que apenas llevaba preparado, acongojado por la noche insomne que se me avecinaba, en la que ni con ganas creía poder sacar adelante todo el temario. Pues bien, me giré un momento y me miré en el espejo. Me vi, o mejor dicho, me percibí de una manera extraña. De repente me sentí en comunión con el Cosmos. Me consideré parte del mundo y se me desvanecieron todas las preocupaciones. Me dije a mí mismo que ese examen no era tan importante, que suspenderlo no significaba el fin del mundo y que tendría más oportunidades. En la siguiente debería demostrar que realmente merecía aprobar. Y esa fuerza, ese ímpetu, me embargó sin conmiseración alguna, cual bomba a punto de estallar, o más bien, cual chute de ambrosía directo en vena. Fue fabuloso, fue orgiástico diría aún. Y duró bastantes segundos, tantos que me dio tiempo a reír de alegría, a querer saltar, a alzar los puños en rápidos movimientos de triunfo, a sentirme un superman invencible de esta vida. Fue una descarga de adrenalina apabullante. ¡Puffff! ¡Un choque indescriptible! Algo que quizá he llegado a sentir en otras ocasiones de manera atenuada.

Y en un estado sosegado tal me encuentro en los últimos días. Colmado de paciencia por lo que ha de llegar, y frenada el ansia que dilapidaba mis energías. Ahora me asomo a mi ventana y la música siempre es alegre: Runaway de Del Shannon es mí descarga eléctrica, un clásico que me produce un subidón que te cagas. Ahora en primavera los árboles en flor me parecen más bonitos que nunca, dejé atrás la melancolía, y disfruto cursimente de esas pequeñas chorradas. ¿El cambio? Una nueva metamorfosis diría yo. En estado de larva paciente me encuentro, otra vez. Pero ahora siento una unión especial con el universo; ahora quiero creer que algo nos une ineluctablemente a todos, y me dejo embriagar por esa fantasía. Leo más que nunca, y han caído en mis manos libros y una película que me han ayudado a tener esta nueva perspectiva.

Un furor me aviva últimamente, y espero no consumirme en él. Salir adelante.


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