martes, 31 de marzo de 2009

Monstruo solitario

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Soy un monstruo solitario. Metido en una carrera de letras, marginado: conocido y repudiado. Corazón de carbón ardiente, espurio latedor. Frío y caliente calculador. Falso caminante y mirador. Os observo y sonrío ¡ay! ligero estupor. Pero muero, muero, muero… ¡Muero de ansia y pasión!
Soy un monstruo solitario.
Huid, dejadme solo una vez más. Conocidos o ignorados, hacedme invisible: nadie en derredor. Que lo que nunca seré me mata…
***
La mayoría de la gente no merece la pena. En mi mundo funciona que, o me acaban cansando, o terminan aborreciéndome. En verdad el que cansa más soy yo. La Facultad, sin embargo, me ofrece un reducto en el que esa mayoría se minimiza. Si bien, se da el caso de que apenas conozco a nadie. De que apenas nadie me conocerá. Ya pueda estar el amor de mi vida caminando por Filosofía y Letras, que jamás me vislumbrará.
Año tras año la gente va y viene y yo siempre miro, pero quedo al margen. La multitud me pasa al lado y nunca sé qué hacer. Ansío conocer a los que desconozco, a con los que semana tras semana coincido en la cafetería tomando café solo, enfrentadas miradas: huidiza vista mía siempre. A los que observo tantas veces en la biblioteca. Tanta gente que me pasa, que me traspasa, pero que sé que al final no me serán nada. Tengo el don de machacar a la mayoría que me conoce día a día. No tengo ni idea de cuántos se salvan de la masacre de mi monstruosidad. Apenas siquiera a quienes amo, a quienes me aguantan estoicamente, o a los que me quieren incondicionalmente sin yo saber qué virus les afecta para otorgarme tal gracia que no merezco. Que no merezco por malvado.
Fíjense, sinceridad. Monstruo solitario. No lo soy a posta, no lo soy consciente, no lo soy queriendo y aún así ésta es mi suerte. No me doy cuenta al momento. Son los hechos consumados de un mundo que se me hace incómodo, que pone a prueba mi timidez y que año tras año me deja de lado.
Soy un tonto ingenuo. Siempre huyo hacia delante, pensando que será la gente que no conozco la que me dé aquello de que carezco, ¿amistad?, ¿complicidad?, ¿reflexión?: Amor. Busco falsas cosas, pues sólo busco amor. Y lo demás… es niebla que me ciega, que me pica los ojos. Y el universo, claro está, me condena. Un eterno desamor, un perpetuo no-amor. Soy un Sísifo enamorado del amor, que busca sombras que amar, una y otra vez, una y otra vez. Que su castigo es encontrar en los demás su más profunda soledad. El espejo de su alma turbia.
Y éstas palabras mi catarsis.

1 comentario:

laamanteceleste dijo...

Mejor ser un mosntruo solitario que una obeja del rebaño.