martes, 24 de marzo de 2009

Yo

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Sí. Soy prepotente y vanidoso. Egoísta y orgulloso. Celoso y pedante. Falso y envidioso. Soy un caos. Soy egocéntrico.

Compañero anónimo, si me hablas quizás te parezca borde, o hipócrita, o sientas un aire de superioridad que me creo y no es auténtico. O pienses que estoy vacío y todo es un papel, interpretando lo que no soy, queriendo ocultar mis debilidades y miedos.

Quizás si lees esto, si me conoces, confirmes lo que pensabas. Crees que quiero ser el centro de atención, que desprecio a los demás y lo que hacen, que me mueve siempre el interés de alimentarme, de alimentar mi ego.

Piensas que aparento mucho pero que no soy tanto. Que a las espaldas muchas veces digo lo contrario que a la cara. Crees que tengo labia para ello y uso mis palabras para tergiversar. No valoro a los demás, y si lo hago es porque me adulan y satisfacen. Me creo en posesión de la verdad absoluta y la opinión de los demás normalmente la desprecio, la ridiculizo, la manipulo. Sabes que siendo así nadie me aguantará, nadie me querrá. Que es normal que la mayoría de la gente reniegue de mí y haya renegado de mí. Entiendes por qué otros compañeros se hayan marchado de mi lado.

Sí. Probablemente algunas de esas cosas que creas de alguna u otra forma es o hayan sido verdad. Que he pecado y seguiré haciéndolo de varias de ellas. Al menos en apariencia. Será lo que te siga pareciendo a ti, pero NO. No soy así. No soy así ni aún aunque haya probado esas cosas y perversiones, aunque me haya regodeado en esas maldades.

Y sin embargo, SÍ, soy pecador. Y busco mi propia redención en las palabras. En todas y cada una de las palabras íntimas y propias que he escrito jamás. La publicación de trazos de estas palabras es mi penitencia. Estos fogonazos de mi Ser serán mi expiación.

¡Grito! Grito. Grito por no morir de desamor. Golpeo para huir de la soledad. Gritaré y golpearé con mis palabras, para luchar contra la indiferencia, para decirme ¡aquí estoy! mientras gesticulas risa, vergüenza, asco o repulsión. Grito y golpeo para llamar la atención. Apuñalo con mi Pilot buscando mi propia muerte, no queriendo morir en Soledad. No.

¡Oh! Palabra tras palabra, palabra que redimes, palabra redomada…, sal sincera palabra, sal huracán palabra, o sal suspiro, plásmate cual vómito y enséñame que soy olvido y nada.

Abracadabra: PALABRAS.

Mi refugio y mi morada.

1 comentario:

Erebus dijo...

No eres el único que se ha visto juzgado y sojuzgado por apariencias y por falsas apariencias. Llevo tres años más diecinueve sufriendo ataques y juicios injustos. ¡Todos creen conocerte! ¡Todos se creen con el don de juzgarte! Pero no pueden. Eso lo sabemos tú y yo. Y si lo hacen, por mucho que se empeñen, están condenados al fracaso, porque eso es lo que son, condenados; condenados ellos y no nosotros, condenados ellos por sus propias palabras y su propia ignorancia...
Aunque para ser sincero, las palabras que esgrimo en mi blog no son redención, son armas. No son puentes de evasión, son rayos con los que quiero fulminar eso que algunos llaman realidad.